domingo, 28 de julio de 2013

Niño Viejo

Yo soy ese niño de cara redonda y sucia
que en cada esquina os molesta con su
"can you spend one quarter?"

Yo soy ese niño de cara sucia

–sin duda inoportuno–
que de lejos contempla los carruajes
donde otros niños emiten risas y saltos considerables.

Yo soy ese niño desagradable

–sin duda inoportuno–
de cara redonda y sucia que ante los grandes faroles
o bajo las grandes damas también iluminadas
o ante las niñas que parecen levitar
proyecta el insulto de su cara redonda y sucia

Yo soy ese niño hosco, más bien gris,

Que envuelto en lamentables combinaciones
pone una nota oscura sobre la nieve
o sobre el césped tan cuidadosamente recortado
que nadie sino yo, porque no pago multas, se atreve a pisotear.

Yo soy ese airado y solo niño de siempre

que os lanza el insulto del solo niño de siempre
y os advierte: si hipócritamente me acariciáis la cabeza
aprovecharé la ocasión para robarles la cartera.

Yo soy ese niño de siempre

ante el panorama del inminente espanto.
Ese niño, ese niño,
ese niño que corrompe el poema con su nota naturalista.
Ese niño, ese niño,
ese niño que impone arduos y aburridos ensayos
y hasta novelas, aún más aburridas, sobre “los bajos fondos”.
Ese niño, ese niño,
ese niño de cara airada y sucia que impone arduas
y siniestras revoluciones
para luego seguir con su cara aún más airada y sucia.
Ese niño, ese niño
ese niño ante el panorama siempre inminente
(sólo inminente)
del inminente espanto, de la inminente lepra, del inminente
piojo,
del delito o del crimen inminentes.

Yo soy ese niño repulsivo que improvisa una cama

con cartones viejos y espera, seguro, que venga usted a
hacerle compañía.

Reinaldo Arenas


Uno lee partes de su autobiografía, empieza a leer sus primeras obras y se queda mudo. Ante tal inmensidad de dolor y de fuerza y de resistencia y de deseos de venganza a través de la escritura. Ante su compromiso. Y su valentía.

La fragilidad humana


En 1655 hubo una peste en Nápoles y murieron varios miembros de la familia de Salvator Rosa, entre ellos su hermano, su hermana, el esposo de esta y 5 de sus hijos. Evidentemente, tanta muerte cerca le da un golpe al pintor, quien entra en una profunda reflexión acerca de la muerte y la fragilidad de la vida humana, de donde proviene este cuadro. En una carta a un amigo, escribe lo siguiente: 



"En estos tiempos la vida me ha golpeado en un grado tal que me ha mostrado que todos los remedios humanos son inútiles y el menor dolor que siento es cuando te digo que estoy llorando mientras te escribo "